martes, 26 de abril de 2011

Periodismo 2.0

Después de leer el libro Periodismo 2.0, la idea más grande que rebota en mi cabeza es la siguiente: “lo que hace diferente al periodismo digital no son tanto las habilidades técnicas como una forma de pensamiento”. Además de que el texto enseña eficazmente sobre herramientas muy útiles para la realización de trabajos de reportería para la web, considero que su punto esencial está en el reconocimiento de la necesidad de transformar el imaginario de trabajo de un periodista que intente o desee escribir para medios digitales: cambiar la libreta de apuntes y el lápiz por el ordenador (o el dispositivo móvil).
Es interesante de igual manera la referencia que Mark Briggs hace en torno al lenguaje del periodismo 2.0, ¿Cómo escribir para la web?: “Escribir para la web debería ser un cruce entre noticia para radio y TV y la impresa”. Es necesario entonces cambiar también la forma de redactar y, sobre todo, de transmitir la información, utilizando “prosa vívida”: mensajes claros y concisos, verbos fuertes e impactantes, “redactar imágenes”.
Otro aspecto que para mí vale la pena resaltar (y mucho) es la oportunidad de participación. Escribir para el lector y con el lector. Es muy interesante como con la web 2.0 los medios digitales abren la posibilidad a sus visitantes de “colaborar con su trabajo”, como los Tips de El Colombiano o el #SoySemana de la Revista Semana; considero que esas “intromisiones” de los lectores hacen que ellos se sientan importantes de algún modo, esto constituye, para mi lógica, una manera de recordarle al periodismo que su trabajo es un servicio social, y que se debe a su comunidad.
Encontré a “Periodismo 2.0” más que relevante y pertinente e indudablemente oportuno, considerando el cambio de panorama al que se enfrenta hoy nuestra profesión.

martes, 22 de marzo de 2011

El teatro y la literatura visitan al maestro González

La historiadora y experta artes escénicas Marina Lamus Obregón presentó ayer su libro “Geografías del Teatro en América Latina, un Relato Histórico” en la casa-museo Otraparte, en un conversatorio al cual fue acompañada por el reconocido grupo teatral paisa Matacandelas.
El libro fue publicado por Luna Libros, una editorial bogotana que divulga textos sobre América latina, en géneros como poesía, narrativa y ensayo.
El trabajo de Lamus es un recorrido histórico por la historia del teatro en América Latina, desde actores, salsa, directores y públicos; calificado por Matacandelas como riguroso y detallado.
El evento consistió en una serie de lecturas dinámicas realizadas por los actores invitados, para continuar con explicaciones, reflexiones y comentarioas dados por la autora con respecto a su libro y el proceso de escritura, que, según nos contó, tomó más de 5 años de preparación y 1 año de búsqueda de referentes bibliográficos.
Para Mauricio Quintero, coordinador de eventos de Otraparte, la realización de este tipo de encuentros, como tertulias y conversatorios, es de suma importancia. Según él, la corporación tiene como máximo objetivo la preservación del legado de Fernando González, lo que crea una conexión directa con el campo literario. Este tipo de programación, muy típica este centro de encuentro cultural, constituye un homenaje al maestro González, al evocar sus reuniones de amigos y colegas filósofos, literatos y escritores en su casa, Otraparte.

domingo, 27 de febrero de 2011

BIEN PUEDA CRUCIFÍQUEME, PREFIERO LA CEBOLLA REDONDA


Tengo que admitir que amo el tomate, que no me gusta el brócoli, que prefiero la Pepsi que la Coca-Cola, que odio el apio con todas las fuerzas de mi paladar, que me gusta más la “cebolla de huevo” que la de rama, que no veo por un ojo, que detesto el reggetón, que camino torcido y que no veo novelas. Para mi fortuna, no me han rechazado en ningún grupo, cuento con la aprobación de mis padres, y si me da la gana de ingresar a una iglesia (cosa tan probable como que empiece a amar el apio) probablemente me reciban dichosamente como una oveja que vuelve al rebaño.
Pero hay muchas personas que no cuentan con mi suerte; personas que disfrutan de la compañía de otra de su mismo sexo, así como yo disfruto el tomate o de la Pepsi, que son excluidas, rechazadas, incluso hasta odiadas. Por casualidades de la vida yo terminé decidiendo por la cebolla redonda, por casualidades de la vida ellos decidieron ser homosexuales.
Puede que mi comparación sea superficial, que el tema sea más profundo, pero en mi concepto es totalmente válida.
Creo con toda firmeza que cualquiera de nosotros tiene el derecho de buscar la felicidad de la manera que le plazca, sin pasar por encima de otros, claro está.
La Constitución de 1991 incluye como derecho fundamental del ciudadano colombiano el libre desarrollo de la personalidad, la libertad de conciencia, la igualdad, la honra y el buen nombre. Es triste decir que éstos derechos no son respetados en su totalidad por nosotros mismos. No puedo contar en las manos las veces que he visto cómo “chiflan” en la calle a una persona homosexual, las veces que he oído salir de una boca cualquiera la expresión “yo no respeto eso”, las veces que he notado miradas expiatorias en contra de alguien gay.
Defiendo el derecho que tienen las personas de un mismo sexo de amarse y estar juntas, de compartir su vida y sus bienes. Incluso, aunque muchos lo consideren una aberración (cómo lo he notado en lecturas previas a la realización de este artículo), considero que el amor entre homosexuales es de los amores más valiosos y puros que hay, pues tiene que luchar contra obstáculos tan firmes cómo el odio y el rencor que produce en mentes cuadriculadas.
Ahora, otra cosa es la adopción por parejas del mismo género. Es un poco más complicado que la posibilidad de casarse. No estoy diciendo que no tengan el derecho, indiscutiblemente lo tienen, pero en una sociedad como la colombiana, religiosa, “chapada a la antigua”, de mente cerrada casi que con doble chapa, la adopción por parte de homosexuales es una abominación, un sacrilegio, una herejía, un pecado mortal. En mi concepto, Colombia no está lista para asumir tal posibilidad, haría falta que nos insertaran un chip “acepta-homosexuales” en la cabeza.  Requeriría un cambio cultural, romper con el paradigma histórico de la familia conformada únicamente por hombre y mujer como pareja, y eso es casi que imposible. Para esto sería necesario un trabajo pedagógico, en el hogar y en la escuela, para que las personas, desde temprana edad, aprendan a ser comprensivos con la diferencia, y a apreciarla como pilar de una sociedad tolerante, justa y responsable. No quisiera imaginarme cómo la pasaría un hijo de padre y padre (o madre y madre) en el colegio hoy día, no sería muy agradable. Ojalá algún día podamos entender que hay personas diferentes a nosotros, que no aman el vallenato, que no les gustan las marranadas, que no disfrutan del sancocho, que les encanta la música clásica, o que prefieren el amor de una persona de su mismo sexo.

miércoles, 23 de febrero de 2011


Tengo que admitir que si lo veo 100 veces, 100 veces me río. Una escena del episodio "The Adhesive Duck Deficiency" Temporada 3; The Big Bang Theory.

lunes, 21 de febrero de 2011

MDE11: espacio para la transmisión del conocimiento en y sobre el arte

El Encuentro Internacional de Medellín 2011, MDE11, presentado en la ciudad el 8 de febrero, se llevará a cabo entre septiembre del presente año y febrero del 2012 y pretende mostrar el arte como objeto y medio de enseñanza. Tomando la pedagogía como línea de trabajo, el MDE11 tiene como principal objetivo el acercar al público no especializado al arte, permitirle tener  acceso a trabajos artísticos de alto nivel; así como generar  a los artistas locales la posibilidad de presentar sus proyectos en un espacio internacional. De igual manera, procura establecer redes de trabajo con espacios e instituciones a nivel mundial.
Tal encuentro, que se realizará por segunda vez en la ciudad, se tomará diferentes espacios en la urbe, como centros culturales, museos e instituciones educativas.
Como lo plantea su argumentación, el encuentro se basa en “el trabajo procesual y colaborativo, no destinado tanto a producir una obra de arte ni una nueva modalidad de escuela sino a plantear problemáticas y posibles modos de producción desde la práctica artística y entre diversos autores, comunidades, colectivos y estudiantes de dentro y fuera de Medellín”.

Periodismo Romántico

Reflexionando últimamente sobre mi carrera y mis posibilidades como profesional del periodismo he llegado a una conclusión que quizá no suene muy agradable: Desde primer semestre nos enseñan qué debe ser el periodismo, qué no es el periodismo. Responsable, justo, íntegro, “objetivo”, son las características que nivel tras nivel oímos de nuestros docentes cuando describen cómo es (o debe ser) un periodista.
Creo que muchos nos hemos dado cuenta, para bien o para mal, de que el periodismo no es lo que nos dicen que es: un servicio social. Más bien es, como dice Ryszard Kapuscinski, un buen negocio al que pocos logran sacarle provecho. No dudo que muchos de los que inician hoy sus estudios en periodismo lo hagan con la ilusión de ganar dinero, de verse “bonitos” en una pantalla o de ser reconocidos cuando salgan al supermercado. No puedo negar que cuando era niña me maravillaba la magia de la televisión, el poder verme como otros me ven; tal vez por eso decía que mi sueño era ser periodista. Al terminar mis estudios de bachillerato, lo digo con toda sinceridad, tuve la seria convicción de que quería estudiar periodismo para servirle desde mi profesión a mi comunidad, serle útil. Hoy digo, en la mitad de mi carrera, eso me va a quedar difícil. Incluso he desviado mi atención a otros campos de la comunicación, que igualmente me interesan, pensando en que para mí es complicado lidiar con la presión de obedecer a otros intereses en mi trabajo, de no ser responsable con mis principios.
Es romántico pensar que el periodismo, al menos en nuestro país, es una herramienta útil para los ciudadanos en el momento de formarse una imagen justa de cómo son las cosas en realidad, cuando de sobra sabemos que los medios trabajan a la par con los gobernantes y los empresarios, enseñándonos todo lo que a éstos últimos les conviene que creamos.
Kapuscinski dice que el periodismo tiene como tarea principal el hacernos comprender nuestro entorno, y que comprendiéndolo nos volvemos tolerantes. En mi concepto este país, su gente, es la prueba de que no tenemos el periodismo que idealmente deberíamos tener. Los colombianos no respetamos nuestras diferencias, nos parece un sacrilegio que alguien no comparta los pensamientos que el común comparte; tenemos en nuestra cabeza quien no esté de acuerdo con nuestras ideas es un bicho, alguien a quien culpar de tantos problemas que nos invaden, un terrorista. El desconocimiento de la realidad que el otro vive ha logrado que nos odiemos a nosotros mismo y a nuestros vecinos.
Incluso puedo pensar que en parte la culpa es del espectador, un espectador no tan activo como dicen, que su actividad se limita a pasar canales y decidir cuál set está más bonito, cuál presentadora es más atractiva, qué novela sigue después del noticiero. No sé si sea muy romántico, pero es posible que si exigimos calidad y responsabilidad, todos juntos, consigamos el periodismo que deberíamos tener; pero se me hace que es igual de difícil que el hecho de que algún día nos unamos y consigamos los gobernantes que deberíamos tener.